Imperium Maris by Arturo Sánchez Sanz

Imperium Maris by Arturo Sánchez Sanz

autor:Arturo Sánchez Sanz [Sánchez Sanz, Arturo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2020-09-01T00:00:00+00:00


Bloqueo naval

El bloqueo era una táctica militar conocida desde tiempos inmemoriales. Consistía en sitiar una ciudad, posición o contingente enemigo, privándole de los recursos necesarios para sobrevivir, y evitando que escapase hasta verse obligado a rendirse antes de morir por inanición. Sin duda era un proceso lento y laborioso, que obligaba a contar con los medios necesarios para ejecutarlo adecuadamente, pues de lo contrario no sería efectivo y los sitiados obtendrían recursos que les permitirían resistir indefinidamente. Cualquier sector del cerco que no fuera vigilado era susceptible de convertirse en una vía de suministros o escape para los sitiados. Y no solo eso, los sitiadores también debían contar con los recursos adecuados para resistir el tiempo necesario hasta la rendición del enemigo e impedir que otra fuerza aún mayor lograra encerrarlos a ellos en esa posición estática y, por tanto, vulnerable. De hecho, César conocía esta posibilidad y dispuso una muralla defensiva para los sitiadores en Alesia (52 a. C.).

En cuanto al mar, los bloqueos navales trataban de impedir que las ciudades costeras recibieran refuerzos o suministros por vía marítima, aunque en estos casos, si no se trataba de una isla, era necesario el apoyo del ejército para completar el bloqueo por tierra, o de lo contrario todo esfuerzo sería inútil. De hecho, si ya era complejo sitiar una ciudad interior de manera efectiva, aún lo era más si se trataba de una población costera por la necesidad de contar y coordinar ambos cuerpos del ejército. El propio diseño de las naves militares en la Antigüedad les impedía permanecer en una posición fija indefinidamente, por lo que debían establecerse turnos de vigilancia entre las escuadras de la flota para aprovisionarse o que otras naves les entregaran suministros sin necesidad de desplazarse. Incluso las naves de la Antigüedad necesitaban vararse cada cierto tiempo para secar la madera del casco, que de otro modo absorbía demasiada agua, aumentando el peso de la nave, lo que reducía su maniobrabilidad y aumentaba su vulnerabilidad frente al enemigo, o directamente se deterioraba. Y ni siquiera de ese modo se aseguraba el éxito, pues aun cuando las naves utilizaban faroles para marcar su posición en las noches sin luna, pequeños botes sigilosos podían atravesar la línea sin ser vistos aprovechando la oscuridad. Por ese motivo, no era viable iniciar este tipo de operaciones sin antes contar con bases operativas o puertos cercanos que suministraran los recursos necesarios para mantener el sitio.

Así sucedió cuando los romanos trataron de bloquear por tierra y mar los enclaves púnicos sicilianos de Marsala y Trapani (separadas por apenas 24 km) a comienzos de la Primera Guerra Púnica (250 a. C.). Los cartagineses trataron de superar el bloqueo para abastecer a las ciudades desde las cercanas islas Egadas (13 km), lográndolo en varias ocasiones gracias a su pericia marinera. De hecho, los romanos no contaban allí con puertos o lugares de atraque adecuados para obtener recursos. Incluso trataron de arrastrar dos buques cartagineses capturados y cargados de rocas para hundirlos a la entrada de los puertos y bloquearlos, pero lo hicieron demasiado lejos.



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